INDICE :
1- INICIOS.
2- Aislados.
3- Definiciones.
4-
Busca legado de arquitectura fúnebre.
PRIMITIVOS HABITANTES NO PUDIERON ESCAPAR.
5-Interés por nuestra zona, EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD.
6-ESTUDIO
DE CASOS (3).
Cementerios parque del Sendero.
Cementerio de La Igualada (Barcelona).
Cementerio Zapallar.
7- Cementerio CON HABITACION REDUCIDA.
8-“LA
RELIGIÓN ES, ENTRE OTRAS COSAS UN MEDIO...”
9- EL PROBLEMA DE LA REPRESENTACIÓN Y EL CAMPO DE LOS HECHOS DE LA ARQUITECTURA
FÚNEBRE.
10- UNA PLANA FUNEBRE ES RELIGIOSA ARQUITECTURA QUE LO DOGMATIZA TODO.
11- ¿Sabes que?
12-
Naturaleza viva, muerta viva y muerta.
13- TÚMULOS
14-
CEMENTERIO MÀQUINA
15- Bibliografía
1- INICIOS
Era el año 2000 cuando participé de un taller de arquitectura
cuyo tema principal era el observar y estudiar el potencial del borde costero
de la macrozona central del país. Profesor guía era nuestra recordada
Kika (Angela Scweitzer), que en esos tiempos llevaba años estudiando
el mismo tema en nuestra Universidad, participando activamente en proyectos
Fondecyt, de los cuales en uno tuve la oportunidad de servir como ayudante (
año 1998).
Intenso fue buscar alternativas diferentes a las ya tan criticadas intervenciones
“arquitectónicas” que se estaban dando en la zona, como los
llamados Resort, condominios, conjuntos habitacionales y toda una gama de programas
que sólo buscaban el lucro, no respetando el lugar, el contexto ni la
historia donde se situaban. Por el contrario, imponían de manera avasalladora
realidades globales por sobre una tan sensible, frágil y desgastada realidad
local.
Como siempre pasa en los talleres, se nos dividió y se nos asignaron zonas muy pequeñas en el mapa: seguiría el estudio en Isla Negra. Evidentemente Isla Negra siempre fue conocida por encontrarse allí la casa de Pablo Neruda y por ser lugar de inspiración de diversas mentes artistas, contribuyendo muy de cerca, en Cartagena, la presencia de la tumba del vate Huidobro. Todo relacionándose para que dicho sector tuviera un aire de misticismo con la poesía y la tierra que la acogió una vez. Hoy se usa la expresión “litoral de los poetas”.
Isla Negra no parecía sucumbida a los grandes proyectos de las inmobiliarias de implantar Resorts u otro programa que cambiase la estructura del lugar. Parecía algo intacta hasta esa fecha: el encanto de las calles y de las viviendas, algo encerrado por los predios y su vegetación; ella no terminaba en un solo recorrido y se notaba en su gente una conciencia de décadas en la forma de habitar, un habitar algo rústico y sencillo. Coincidía la manera de asomarse al mar, de construir la división predial y lo más importante, los materiales: la piedra y la madera. La casa de Neruda ejemplificaba bien este ambiente cuando la visité. Sin lugar a dudas Isla Negra con todos sus caminos nos mostraba las características de un lugar de descanso con identidad propia. El viento dominaba toda la zona, siendo un evento importante que contribuía a esa identidad a la que me refiero.
Pero todo esto no bastaba, aún existía otro lugar en Isla Negra, un despoblado que se involucraba al borde mediante - viniendo de oriente a poniente - una meseta, una ladera, roqueríos, el mar y de forma más etérea, otro protagonista constante: el viento. La hippie que nos llevó a dicho lugar dijo “esto se llama Cantalao”- refiriéndose a la meseta- “y vienen todos de noche a ver la luna”, usando un tono encantador y con orgullo.
Más
allá, a lo lejos, se podía ver el gran roquerío que sale
al mar: la Piedra del Trueno de Punta de Tralca, que finalmente le da el nombre
a toda esa zona. Por tratarse de un lugar tan vasto y sin explotar, teniendo
todo el potencial de ser borde costero y –tal vez lo más importante
para mí- por tener la característica mística de la poesía
y el paisaje, fue que el grupo que conformábamos decidió quedarse
a proyectar en Punta de Tralca.
Como programa alternativo, decidí proyectar un cementerio en el sector de la ladera que formara parte de un circuito que se entrelazaba con los programas que proyectarían los otros integrantes del grupo. Al principio la idea sonaba algo extraña, pero una de mis justificaciones era -aparte de toda esa misticidad de la que he venido insistiendo desde un principio, y que exploraré más adelante- que el cementerio conjugaba la rentabilidad de un proyecto con la obvia conservación del paisaje público, porque al final de cuentas un cementerio es más público que cualquier otro programa aplicando una mínima intervención.
Cuando proseguí
con la idea en el taller, al principio fue muy bien aceptada pero, por diversas
razones, el proyecto nunca pude concretarlo, ni siquiera llegué a una
forma legible arquitectónicamente, me quedé lleno de intenciones
pero sin ninguna postura formal frente a éstas. Ocurrió lo lógico:
el tema era complejo y reprobé el taller con la desazón de no
haber podido llegar a un proyecto, no me importaba tanto el reprobar sino el
haber quedado con el proyecto inconcluso. Debo reconocer que yo mismo quise
hacer un cementerio - y no cualquier cementerio - esto era para mí un
pequeño gran desafío de la arquitectura que me planteaba como
moderna, porque investigando, un proyecto del tipo que quería hacer no
existía en ninguna parte del mundo. Podemos decir algo sobre el cementerio
de Amereida, podemos referirnos al cementerio de Carmen Pinos y Miralles, pero
estos no eran aporte para lo que pretendía.
En resumen, quedó el desafío de llegar en algún momento
a darle forma a las ideas existencialistas, de pensar simplemente en cómo
construir un parque, o de cómo un cementerio no necesariamente está
hecho de lápidas y nichos. La ladera de Cantalao es un lugar excepcional
y creo que a ningún poblador del sector le gustaría que apareciese
de la noche a la mañana un conjunto habitacional impidiéndole
su acceso, pensé que si no podía hacer una necrópolis por
su complejidad, la haría si pudiera, en mi proyecto de título.
2-Aislados
La posibilidad
de la reencarnación después de la muerte parece ser una postura
asumida por muchos, incluidos grupos que se autodenominan “cristianos”,
aunque la iglesia los rechaza por contradecir la fé católica.
Lo importante es ¿cómo materializamos este fenómeno después
de la muerte? ¿Es distinto el lecho mortuorio de un ser que se va a reencarnar?
¿ Después de la muerte viene el paraíso o el purgatorio?
– Fé católica.
¿Pueden los cementerios ser la antesala al paraíso eterno?
Existe una lejanía conceptual entre la materialización de la muerte por parte de los vivos y lo que estos piensan acerca del destino del que parte. Esta diferencia pone en duda la referencia existencial que podríamos tener acerca de la vida después de la muerte en los cementerios, pareciera que estos lugares estuvieran limitados solo al recuerdo.
El cementerio para muchos se traduce como un mal recuerdo, especialmente para
aquellos que han perdido un ser querido de forma inesperada.
Kant, para vencer el terror de imaginarse «metido en el tenebroso sepulcro» se reclina en la idea de que el cadáver ya no es «él». A partir de ahí, carece de sentido cualquier pensamiento referido a alguien que «ya no es».
Y Sartre prefiere fijarse en la fealdad de los cementerios, o en la vida del muerto como un álbum de recuerdos para los vivos: «Estar muerto es ser presa de los vivos.» Y también: «Una vida muerta es una vida de la que se hace custodio el Otro.»
Epicuro intenta burlar ese miedo a la muerte con un capcioso juego de palabras: «Mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, no existo yo.»
Hasta el siglo XIV la muerte era vivida con familiaridad, sin miedo ni desesperación. Había una aceptación realista Una muestra de esta mentalidad es el hecho de que los cementerios estuvieran en el centro de las ciudades anexos a las iglesias y que la vida social girara en torno a ellos. También existía el nuntio mortis: la comunidad en la época medieval escogía una persona con cualidades idóneas de comunicación y empatía como para que hiciera de Nuncius Mortis.
Epitafio:
“Aquí yace Molière, el rey de los actores. En estos momentos
hace de muerto y de verdad que lo hace bien.”
3- Definiciones.
cementerio
(l. C;oementeriu ;- gr. koimeterion ;- koiman, poner en el lecho)
1 m. Terreno, generalmente cercado, destinado a enterrar cadáveres.
2 Lugar aislado, sombrío, de escasa animación.
lecho (l.
lectu)
1 m. Cama (armazón).
2 Estrato.
3 Porción de algunas cosas extendidas horizontalmente sobre otras.
4 fig. Cauce de un río o arroyo.
5 fig. Fondo (superficie).
6 ARQ. Superficie de una piedra sobre la cual se asienta otra.
sepulcro
(l. -cru)
1 m. Obra que se construye levantada del suelo, para dar en ella sepultura al
cadáver de una persona.
2 Urna o andas cerradas, con una imagen de Jesucristo difunto.
3 Hueco del ara donde se depositan las reliquias, guardar con fidelidad un secreto.
cemetery
noun
(plural: -teries)
a place where the dead are buried, esp. one not attached to a church
[ETYMOLOGY: 14th Century: from Late Latin coemeterium, from Greek koimeterion
room for sleeping, from koiman to put to sleep]
[ETYMOLOGY: Old English byrgan to bury, hide; related to Old Norse bjarga to save, preserve, Old English beorgan to defend]
graveyard
noun a place for graves; a burial ground, esp. a small one or one in a churchyard
grave1
noun
a place for the burial of a corpse, esp. beneath the ground and usually marked
by a tombstone
Related adj: sepulchral
something
resembling a grave or resting place
example: the ship went to its grave
[often preceded
by the]
a poetic term for: death
have one
foot in the grave (informal)
to be near death
to make
(someone) turn (over) in his grave to do something that would have shocked or
distressed (someone now dead)
example: many modern dictionaries would make Dr Johnson turn in his grave
[ETYMOLOGY: Old English græf; related to Old Frisian gref, Old High German grab, Old Slavonic grobu; see GRAVE3]
yard1
a unit of length equal to 3 feet and defined in 1963 as exactly 0.9144 metre
Abbrev.: yd
a cylindrical wooden or hollow metal spar, tapered at the ends, slung from a mast of a square-rigged or lateen-rigged vessel and used for suspending a sail
short for: yardstick
[ETYMOLOGY: Old English gierd rod, twig; related to Old Frisian jerde, Old Saxon gerdia, Old High German gertia, Old Norse gaddr]
Arquitectura fúnebre: Obra que se construye para dar acogida al cuerpo muerto y que se proyecta en función de las necesidades de los vivos, las cuales varían desde lo espiritual hasta lo netamente funcional. Existen arquitecturas fúnebres que no contienen al cuerpo muerto como cenizarios, cenotafios y otros monumentos recordatorios.
Cementerio
tradicional: Cementerio cuya arquitectura data de principios del siglo pasado
y que su interés está en la conservación para proteger
el patrimonio o en la demolición de construcciones para aumentar sus
espacios.
Cementerio parque: Implantado por la cultura europea, la cual racionalizó la obra fúnebre producto de sus guerras y necesidades económicas.
Muerte: Visión que tenemos los vivos acerca de la separación entre cuerpo y alma.
Túmulo: Colectivo natural que acoge tanto a los vivos como a los muertos.
4-
Busca legado de arquitectura fúnebre.
PRIMITIVOS HABITANTES NO PUDIERON ESCAPAR.
Desde que
la vida existe, existe la muerte y la necesidad de construirle un sitio y posterior
sentido a ese acontecimiento tan significativo. Las respuestas producidas por
los primeros habitantes estaban ya influenciadas por caracteres sociales muy
reconocibles en nuestros tiempos, por ejemplo la idea de que habría vida
después de la muerte. Para muchos pueblos de América, las condiciones
geográficas formaron parte importante de la divinidad de sus creencias,
hemos encontrado cementerios cuyo legado y valor cultural se ve estrechamente
ligado a la naturaleza.
Pasada
la colonización y la incorporación de agentes extranjeros, encontramos
a una América que tiende a perder las ideas originarias inspiradas por
nuestra cultura en lo referente a la creación. Aparece la europeización
del continente, y tanto los cementerios como sus primitivos habitantes, no pudieron
escapar a tan radicales cambios.
Los cementerios americanos aparecerían hoy como centros arqueológicos,
otros como sensibles expresiones artísticas, donde pueblos rurales y
suburbanos conservan la identidad y la historia que los caracteriza, y otros
como la respuesta moderna y global hacia el tema de la muerte.
La muerte, más que un hecho en particular es un acontecimiento social, y como tal se transforma en un mensaje que crea un valor en lo auténtico de una sociedad. Actualmente existe un interés hacia la conservación de cementerios tradicionales (búsqueda de patrimonio) pero en lo que respecta a las nuevas intenciones formales, no parece existir una preocupación que potencie las cualidades culturales locales y menos que tome valor al paisaje existente, como lo hicieron estos lugares sagrados en épocas pasadas.
“Todos somos conscientes de su diario nacer por el oriente y ocultación por el poniente; es muy fácil, y por cierto la mayoría de las culturas lo han hecho, relacionar su salida diaria, su luz, su calor, con la noción de nacimiento, de igual manera, el atardecer con la muerte. Puede verse entonces una representación de la vida en el transcurso del movimiento diurno del sol. Ahora bien, vemos claramente la relación de un fenómeno astronómico con uno biológico, cuestión que necesariamente puede verse reflejada en la arquitectura funeraria” .
Este es
sólo un extracto de muchos otros que relacionan los cementerios precolombinos
con el medio natural. Pero lo más importante quizás es que estos
cementerios, en comparación con los de hoy, construían la muerte
creando verdaderas sensaciones espaciales: las pirámides en Egipto, los
túmulos de los indígenas de América del norte y las cuevas
funerarias de los caldeos eran, por nombrar algunas, verdaderas obras de arquitectura
que experimentaban con el cuerpo. Estas obras no solo tenían trascendencia
por su monumentalidad - puesto que también en otras culturas las encontramos
manifestadas de formas muy ínfimas (piedras sobre la arena)- sino que,
por sus cualidades espaciales y donde la naturaleza jugaba un papel predominante
en la gestación de dichas situaciones, muchas de las cuales para hoy
todavía son un misterio.
"Tanto los pueblos antiguos como los modernos- aun en las sociedades mas
retrasadas- poseen arraigadas convicciones en torno a la existencia de una forma
de vida más allá de la muerte"2. De ahí que desde
un principio cada cultura interpretó este acontecimiento en formas muy
particulares y diferentes entre sí.
La sensación de una vida mas allá no aparecía resolverse
tanto en lo que quedaba encerrado como acompañamiento al muerto (jarrones,
joyas, armas, etc.) sino en lo que quedaba liberado como espacio exterior, el
que se vio muy afectado con el paso de los años hasta casi desaparecer,
lo que en cierta medida provocó un interés solamente en lo desenterrado,
lo escondido y atrapado, interés que provenía tanto de profanadores
como de arqueólogos e historiadores.
Lo que le interesa a la arquitectura justamente es el espacio liberado, porque
mal que mal es en él donde interactuamos nosotros los vivos. Después
de una era marcada por una arquitectura en que sólo importaba el valor
simbólico, la decoración y el equilibrio de fuerzas entre los
elementos, encontramos a los cementerios perfectamente configurados por el significado
de la piel de los recintos fúnebres, solo se construía para alojar
al cuerpo en reposo y para manifestar, de manera vanidosa o muy fugaz, la creencia,
la situación social y hasta el carácter que tenia el individuo
dentro de una sociedad. Es por esto y dada la excesiva banalidad en que cayeron
los cementerios tradicionales, que surgieron los cementerios “parque”,
pero estos al igual que las iglesias mormonas, introducirían un lenguaje
global, frío y comercial, al cual no le importa el valor cultural del
entorno en que se situara, ni menos proporcionara el espacio público
y abierto a toda la comunidad. El paisaje para estos cementerios solo es una
postal bajo el nombre de absoluta paz.
1 www.unitru.edu.pe/arq/museunt.html
2 Andrés Barros Pérez-Cotapos. Mas Allá de la Muerte. Editorial
Alba.
Si bien todos tenemos una postura (o no) en torno al tema de la muerte, hay que entender que nuestras creencias forman parte muy asociada a la identidad cultural y la arquitectura es el reflejo tangible de nuestra manera de vivir y entender las cosas. Dejar al olvido áreas de tanta sensibilidad humana y no manifestarla, aunque sea por ejemplo, potenciando alguna otra forma de vida, es simplemente una demostración de desasimiento hacia la cultura. “Los cementerios son un indicador de las bases imaginativas, de las connotaciones de las cargas simbólicas e incluso hasta de los complejos procesos psicológicos que subyacen a cada estilo y a cada monumento artístico”3.
“Creo ser un continuador, pero de un modo diferente de aquella arquitectura platónica, pura, casi perfecta - de rectángulos, cajas y objetos estáticos -. La mía es una arquitectura del movimiento, que provoca sensaciones de infinidad y apertura, en la que el movimiento continuo se transforma en una nueva experiencia, reflejando además la informalidad de la vida actual. Creo que sólo los arquitectos podemos reflejar cómo vive y se relaciona la gente, y ese es uno de los significantes más importantes de la arquitectura”4.
3 www.uchile.cl/publicaciones/anales/6/estudios2.html
Las Vanidades en la Iconografía Funeraria Chilena María Antonia
Benavente Aninat.
4 www.arqa.com Peter Pran. La Arquitectura del Movimiento.
La arquitectura fúnebre tensiona la situación de operar con el cuerpo muerto y de crear espacios para la vida. Es justamente bajo ese contraste que una nueva manera de hacer cementerios terminaría por producir una nueva arquitectura fúnebre. La arquitectura fúnebre tradicional sólo tensiona al cuerpo muerto bajo una mirada religiosa.
5--Interés por nuestra zona, EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD.
Existen aún, en la Región de Valparaíso, localidades que
con orgullo se esfuerzan en mantener su identidad más remota reforzando
su carácter comunitario y en consecuencia, arquitectónico. No
obstante, la región posee una débil identidad cultural. Al igual
que gran parte del país, nuestra población está siendo
influida por parámetros culturales exógenos y globalizantes distribuidos
ampliamente por los medios de comunicación. No obstante ello, siguen
apareciendo proyectos inmobiliarios totalmente desarraigados al entorno que
debemos rescatar. “La demanda indiscriminada por suelo urbano pone en
riesgo a la población al destruirle su sustento físico. Hay que
conservar sin urbanizar los diferentes espacios públicos áreas
verdes, playas naturales, campos dunarios y litorales rocosos existentes en
la región, que se reconocen en función de sus aptitudes patrimoniales,
culturales, paisajísticas, de recreación y esparcimiento, a fin
de ser destinados al uso público mediante el reconocimiento de los variados
sistemas de espacios públicos presentes en la región, se fortalecerá
el encuentro de la población, aportando una mejor calidad de vida a los
habitantes de las ciudades”.5
5-6 Estrategia de Desarrollo Regional V Región, Gobierno de Chile
La obra
cementerio es por naturaleza espacio público, es un lugar donde convergen
las diferentes creencias individuales, formando en su conjunto el carácter
de una sociedad. Se puede decir perfectamente que cementerio es en esencia la
tangible expresión cultural de un pueblo. La región posee una
gran variedad de manifestaciones culturales, las que para este proyecto se deben
potenciar bajo el pretexto de la arquitectura.
En el marco de un mundo crecientemente globalizado, la diferencia y la identidad
son una base fundamental para la competitividad de cada localidad. La región
es un territorio diverso en cada una de sus áreas, posee particularidades
espaciales y humanas muy fuertes que es conveniente preservar.
La región
de Valparaíso debe reconocer que su desarrollo se ve fortalecido en gran
medida por la explotación de su cultura, manifestados en expresiones
artísticas tan trascendentes como la arquitectura y la poesía.
Neruda, premio Nobel y Valparaíso Patrimonio de la Humanidad son distinciones
que refuerzan esta postura. Pero más allá de lo netamente artístico
hay que reconocer que gran parte de la base de nuestra cultura la posibilitó
el carácter geográfico costero, la región de Valparaíso
reconoce que su principal eje de desarrollo está conformado por el borde
costero y es allí donde se producen las más diversas expresiones.
Por ejemplo, los cerros en Valparaíso y el litoral rocoso en Isla Negra
fueron ejes importantes en la creación de los artistas y de muchos otros
conocidos y anónimos habitantes de nuestra zona costera.
Esa geografía en muchos lugares de nuestro litoral existe sin sufrir grandes intervenciones, ésta conforma no sólo expresión de la naturaleza auténtica, sino también, es expresión indemne de la calidad de vida que encontramos en esos lugares, me refiero a los ventisqueros, roqueríos, playas y bosques costeros, que al encontrarse actualmente “rodeados” por la amenaza del olvido moderno, se ven proclives a desaparecer.
“La región debe promover la sustentabilidad ambiental del proceso de desarrollo orientado a favorecer el avance económico, procurando llegar a ser una región caracterizada por un ambiente libre de contaminación, por la protección del entorno, por la preservación de la naturaleza y la conservación de su patrimonio ambiental, y por la participación comprometida de la ciudadanía en el resguardo del medio ambiente”. 6
El cementerio - perfectamente como lo hizo en el pasado- puede volver a tomar
los valores paisajísticos propios de un lugar, reforzando la relación
de su relieve con la expresión de toda una sociedad y servir paralelamente
de espacio construido para toda una región, la que en su intención
de entender la muerte no sólo se ve reflejada en las creencias, sino
en las formas de arraigarse a las cualidades típicas de su zona. Es por
ello que un proyecto tan inquietante como un cementerio puede aparecer en forma
muy relacionada con un lugar en particular, porque la manera de vivir de una
cultura también se puede entender en la manera de morir, y ambas se construyen
con la forma, imagen y semejanza a las maneras propias de la vida.
La intención de descentralizar la cultura no se da sólo a escala
nacional, también se debe referir a todas las escalas de territorio.
Nuestra región posee la variedad antes citada y es por eso que existe
claramente una zona llamada “el litoral de los poetas” (sector de
interés para este proyecto), la que debe potenciarse por la relación
geográfica entre Parra, Huidobro y Neruda y por su identidad local cuya
base es el paisaje. Dicha intención cabe dentro de la planificación
turística y desarrollo de productos. En el borde costero, un cementerio
con marcadas características culturales, puede complementar perfectamente
el atractivo turístico con equipamientos para todo un sector de la población
(sinergia de actividades económicas), trayendo beneficios tan variados
en la calidad de vida del sector y en la economía directa e indirecta
de sus habitantes, dependiendo de como se relacionen con el proyecto real.
6 Estrategia de Desarrollo Regional V Región, Gobierno de Chile.
Luego, esta poesía no aparecería solo en los museos del sector, ni tampoco en algún evento especifico, esta poesía y expresión cultural estaría arraigada en forma permanente con la realidad de la zona y se encontraría en un programa abierto, atemporal, y extremadamente paisajístico. Aquí, juega un papel fundamental el regreso de la relación muerte-naturaleza. La muerte de la vida que interactuó y terminó reconociendo su territorio, es un hecho que deja a los vivos la enseñanza de que el futuro se construye a través de la propia identidad y que la sabiduría para los que recién comienzan a nacer e interactuar en nuestra región, no sólo se encuentra en las escuelas, sino también en los cementerios.
“Es necesario entender la valoración y respeto de la diversidad, así como la afirmación y la proyección de la identidad; equidad en el acceso al arte es la participación ciudadana en la construcción de sus propios ritos, respuesta al conocimiento y a la comprensión de la mentalidad de las sociedades, no sólo de las clases populares sino de las mismas élites.”7
Con un cementerio
abierto en esta materia, se trataría el tema del principio de equidad
socioeconómica basada en la búsqueda de la relación entre
la identidad y un tema que nos afecta a todos por igual, como es la muerte,
relación que buscaría por otro lado rescatar espacios públicos
aptos para el encuentro ciudadano y el equipamiento necesario para desarrollar
actividades masivas de carácter cultural.
7 Estrategia de Desarrollo Regional V Región, Gobierno de Chile.
6- ESTUDIO DE CASOS
Cementerio
Parque del Sendero
arquitectura
Cementerio bi-dimensional.
Cementerio "muerto" por la total ausencia del cuerpo en proyección
hacia un sentido más espiritual.
No contribuye a generar arquitectura, sólo se limita a niveles paisajísticos.
Carencia de individualización que no provoca al usuario interés
a esparcirse en función de las obras de otros y convertir al cementerio
en un lugar que se asemeje a un museo.
Manera de operar con el cuerpo muerto en base a un sistema aparatoso, con grandes
gastos de energía (movimientos de tierra con maquinaria pesada).
muerte
Falta de compromiso con el tema de la muerte.
Su excesiva frivolidad no genera el sentimiento de ser un intermediario entre
la vida y la otra vida.
Globaliza y asume cualquiera y a la vez ninguna postura frente a la muerte.
No se encuentra solemnidad que hable del cementerio como lugar de culto.
lugar
La placa como único elemento reconocible en torno a la muerte no genera
lugar.
Desde el punto de vista higiénico ya no es necesario excluir el cementerio
de la ciudad.
Se potencian sus cualidades en zonas urbanas debido a que aporta frescura al
ambiente, área de aislamiento y separación de zonas de distinto
uso de suelo.
Deben ocupar grandes extensiones de terreno en Hás.
Se puede confundir con una cancha de golf.
Excesivos gastos y cuidados en mantención.
Reglamento interno que restringe la posibilidad de generar actos de libre albedrío.
Proceso de inhumación
Cementerio de Igualada. Barcelona. Enric Miralles y Carme Pinòs.
arquitectura
Riqueza en los sistemas constructivos que generan aportes interesantes en relación
a la manera de implantar nuevos modelos de cementerios.
En términos generales, sólo entrega algo de diseño moderno
al sistema tradicional de nichos.
Se reconoce una relación estrecha entre la obra paisajista y la obra
construida.
Se toma en trazos generales al cementerio en su conjunto como un solo cuerpo
modelado.
No da espacios de habitabilidad construida para un solo individuo o familia
que yace en su tumba.
muerte
Por usar un patrón simbólico reconocible (el nicho) la manera
de posesionarse respecto al tema de la muerte se torna más cercano, es
decir, común a cualquier cementerio.
La relación de obra intermediaria entre la vida y la muerte se reconoce
no en la acción individual de cada deudo, sino más bien en lo
colectivo.
Al modernizar el nicho, ¿Moderniza nuestra percepción de la muerte?
lugar
Por la variable de sus formas, generan lugares para ser llenados con pequeñas
acciones individuales.
El diseño obedece en gran medida a las condiciones del relieve, viéndose
potenciado por las cualidades del suelo, las que generan diversos niveles de
espacialidad y mayor densificación del terreno.
Cementerio de Zapallar
arquitectura
Adaptabilidad topográfica para concebir diferentes subespacios fúnebres
con distintas cualidades formales.
Por tratarse de un cementerio rural y alejado de grandes concentraciones humanas,
existe un relajo en la manera de habitarlo tanto para los visitantes como para
los que construyen el cementerio.
Existe la relación entre dos programas, mirador público y recordatorio.
muerte
Se reconoce una fuerte relación entre el lugar y la forma de interpretar
la muerte al concluir el rito utilizando los medios disponibles dados por la
naturaleza reinante, la roca como soporte del epitafio, la piedra como símbolo
de rústica eternidad, la roca tallada y perforada con intención.
Aparece de manera marcada el testimonio del tiempo en algunas tumbas, algunas
muy alejadas del rito fúnebre y otras atentamente mantenidas, dadas las
cualidades que logran en su conjunto las situaciones espaciales de borde costero
y el sentimiento hacia la muerte.
lugar
El cementerio por encontrarse en su condición de borde-mar, enfrenta
dos escalas de relación con el paisaje: la relación directa con
la flora silvestre típica de esa zona, la que se funde con la ya tradicional
puesta de flores y la escala que genera el horizonte, la que proporciona un
plano de fuga que potencia las cualidades de recogimiento.
Sector entre zonas de esparcimiento veraniego, lo cual incorpora al cementerio
en un circuito turístico.
6-Cementerio CON HABITACION REDUCIDA.
Las reducciones en los últimos tiempos se han convertido en todo un tema de tratamiento respecto al futuro de los cuerpos que reposan en nuestros cementerios, hoy ya nadie puede afirmar que una vez muerto quedará inmóvil para toda una eternidad. Estamos equivocados: en los cementerios “parque” y también en los tradicionales, se siguen moviendo cuerpos muertos, sólo por una cuestión básica que aproblema a la arquitectura desde que ésta existe, me refiero a la falta de espacio. Precisamente en esta época, se cumplen más de cien años desde que los cementerios tradicionales albergan a quienes juraron eternidad dentro de su tumba. Paradójicamente, por distintas razones esos habitantes8 están siendo removidos: una de ellas es el deterioro que han alcanzado los mausoleos o edificios mortuorios, que por terremotos, abandono, o causas menos complejas como la humedad, han perdido total capacidad para mantenerse de pie, y los administradores de los camposantos han tenido por obligación o por razón comercial trasladar la carga total del complejo fúnebre a un simple nicho de reducción, ubicado en el costado superior de un cuartel cualquiera, especialmente el que mantenga eternamente alojamientos vacantes. Así, todo un edificio ceremonioso que sirvió de constante veneración y sacralidad hace más de un siglo, hoy se mantiene en algún costado de un nicho de reducción dentro del cual existen decenas de fervientes acompañantes para toda una vida mortuoria.
LUKAS
En muchos cementerios experimentamos la carga de hacer y deshacer, según el grado de compromiso con la muerte, el destino de los restos de otros. Han pasado cien años y como país estamos políticamente encaminados al bicentenario y recién hoy empezamos a sufrir por los espacios fúnebres abandonados, que han aguantado generaciones tras generaciones y que han pasado de ser un lugar cuya flor era olida a uno que la memoria olvida.
8 Nombre que se le da a los muertos inhumados en los cementerios tradicionales según jerga propia del personal que trabaja en ellos.
Pero no todo es una cuestión del tiempo en que se deterioran los espacios fúnebres y desaparecen las generaciones deudas. Por consenso atribuido a razones basadas en la experiencia con la descomposición de los cuerpos muertos dentro de las urnas tradicionales, (que por ley poseen todas las mismas características) y además por criterios netamente comerciales, la totalidad de los cementerios cumplen con un tiempo de reducción dentro de un plazo que va desde los 2 hasta los 10 años, refiriéndose a todos los sitios destinados a la inhumación de cadáveres cuya designación sea de “temporal”. El artículo 34 del Reglamento General de Cementerios reza: “En todos los cementerios deberán existir nichos temporales de corto plazo o perpetuos, de dimensiones adecuadas para la sepultación de restos de párvulos y de cadáveres reducidos, pagándose los derechos correspondientes”. Siguiendo la norma citada, es que actualmente en la zona de inhumaciones bajo tierra (1.30 mts.) del Cementerio General, se lucen centenares de avisos de cobranza impresos con todo el desatino que contrasta con las humildes cruces de madera en que se encuentran toscamente adheridos. “... los apuntan como los morosos del camposanto . El plazo está a punto de vencer. Las familias – para mantener al muerto en su tumba- deberán cancelar una reducción de aproximadamente $330.000. Este procedimiento consiste en reacomodar al cadáver en una urna más pequeña, lo que puede ser pagado en tres, cuatro y hasta seis cuotas.
- Pero si
los vivos no tienen ni para comer, ¿ cómo van pagar semejante
suma?- acusa Sánchez.”9
La duración de los plazos para ser reducidos está estrechamente
ligada con las posibilidades económicas del fallecido, en contraste con
los más “poderosos” que no se reducen y quieren seguir habitando
a perpetuidad aquellos metros cúbicos que ocupan sus restos, pero más
allá de los aspectos comerciales existe otro factor gravitante en la
decisión sobre la temporalidad de las habitaciones para la muerte, ya
hemos mencionado los sismos o eventos naturales, pero el más importante
tiene que ver con la reducción programada que tiene el propio cuerpo
(v.gr.: putrefacción y descomposición) si el Cementerio General
tiene como mínimo plazo 2 años, no es porque crean que en tal
plazo los dolientes dejarán de recordar al difunto, sino que en dos años
el personal del cementerio da por sentado que en ese tiempo, cuando se haga
la exhumación para la posterior reducción del cadáver,
éste se encontrará en condiciones de poderlo comprimir para alojarlo
en un lugar igualmente compacto. Otros dan plazos superiores para no encontrarse
con la sorpresa de que después de pasados algunos años el cuerpo
siga en un estado íntegro y que no se pueda reducir. Algunos cementerios
han aumentado al doble sus tiempos de reducción. Argumentan que en estos
tiempos, el cuerpo humano tarda más en descomponerse debido a la gran
cantidad de antioxidantes, preservantes, colorantes, saborizantes, conservantes,
pesticidas y últimamente alimentos transgénicos que se consumen
a diario y que afectan los procesos normales de putrefacción del organismo,
aún bajo un medio que favorezca ambientalmente este proceso.
Respecto al factor ambiental - aspecto que influye radicalmente los tiempos
de putrefacción- se puede asegurar que en una sepultura de tierra donde
el féretro está en directo contacto con el suelo orgánico,
la velocidad de descomposición se torna mayor, debido al favorecimiento
de la actividad necrófaga por parte de la naturaleza al sumarse la presencia
de organismos externos a los ya provocados por el propio cuerpo muerto, todo
esto, facilitado enormemente por el tipo de suelo, tipo de clima, humedad y
aislamiento, condición que en los cementerios “parque” se
ve exagerada, ya que además de la hermeticidad de la urna se agrega el
aislamiento del sarcófago de hormigón prefabricado que la contiene.
9 The Clinic, Jueves 30 de Octubre de 2003. “Fomes hasta para morirnos. Epitafios chilenos”.
Otro plazo de reducción que podríamos citar, se vincula con la peridiocidad de fallecimientos de propietarios de lechos mortuorios para más de un habitante (generalmente cónyuges), los que muchas veces dejan de existir a una edad en la que es fácil suponer el deceso del segundo posible habitante. Señalaremos como ejemplo el siguiente caso:
El señor Pérez fallece a los 86 años y oyendo los consejos de la vendedora funeraria, su descendencia adquiere un nicho temporal (10 años) con capacidad máxima para dos personas, ya que es factible predecir que la viuda de Pérez, de edad similar, le seguirá prontamente y necesitarán de otro espacio para que ambos estén juntos en un mismo lecho. Ello sólo ocurrirá si el señor Pérez logra ser reducido al momento del deceso de su cónyuge. En el caso en que transcurran 6 años entre un fallecimiento y el otro, perfectamente se puede llevar a efecto la reducción del cuerpo del Sr. Pérez, ya que el tiempo de 6 años es más que suficiente para la descomposición de su cadáver. Además, este hecho cabe dentro del plazo de 10 años que exigía el cementerio para renovar a perpetuidad el nicho, acción que se realiza coetáneamente con la reducción del marido y la inhumación de la señora recién fallecida. Si se han cumplido más de 10 años y la viuda sigue con vida, aún existe la obligación de renovar a perpetuidad el nicho, o en caso contrario se procederá a retirar el cuerpo, reducirlo y posteriormente trasladarlo a una fosa común de restos reducidos (cada uno bien identificado) o a un horno crematorio, dependiendo del equipamiento y de las necesidades del cementerio.
Con estas exigencias, los cementerios se aseguran de renovar a perpetuidad sus
espacios fúnebres o desocuparlos para un nuevo habitante, basados en
una relación mercantil con sus clientes.
Otro aspecto relativo a los tiempos de reducción se relaciona con la
peridiocidad de las muertes en la zona en que se ubica el cementerio: tratándose
de pueblos pequeños, al no haber un mayor dinamismo en la tasa de defunciones
y además de disponer de suelos económicamente convenientes, las
reducciones se tornan menos frecuentes. Tratándose de grandes ciudades,
se necesita ir renovando los espacios fúnebres con aceleradas formas
y rebuscados motivos debido a la cantidad demandada tanto de suelo habitable
como de suelo fúnebre, tema que toma relevancia para quienes económicamente
la muerte es un problema (más de un 70% de los habitantes de un cementerio).
En los cementerios “parque” comúnmente no existe la posibilidad
de reducción, el cuerpo permanece en la urna toda una eternidad, porque
además la compra que se realiza en este tipo de cementerios es casi siempre
perpetua. Pero igualmente existe traslado cuando es necesario mover un sarcófago
de más de una tonelada para conseguir una fosa donde poder introducir
otro sarcófago más nuevo (comúnmente uno arriba del otro),
el que servirá como extensión espacial de la sepultura, al igual
que en el caso del Sr. Pérez.
Este traslado es todo un proceso que se ilustrará a continuación.
En resumen,
los tiempos de reducciones pueden variar según la capacidad económica
del difunto, la descomposición del cuerpo, el tipo de sepultura, las
necesidades de espacio del cementerio y sus reglamentos internos, las características
culturales del lugar, o según un acuerdo que aúne con mayor eficiencia
todos estos aspectos.
Lo importante en el tema de las reducciones, es la compleja relación
espacio-tiempo que tiene el cuerpo muerto una vez depositado, relación
que actualmente se ve fortalecida por la
mayor conciencia que aparece en las sociedades nuevas por darle a nuestras formas
de vida soluciones más acordes con las crisis de mutabilidad que tienen
las costumbres. Si somos conscientes de que una vez muertos somos un desecho
del que hay que preocuparse, estaremos construyendo espacios que den respuesta
a este hecho. Pareciera que el tema de la reducción tanto en los cementerios
“parque” como en los tradicionales, es una carga que hay que soportar
obligadamente, es un hecho aislado que no tiene forma construida o identificable
y menos aún, algún simbolismo que le dé sentido.
Aceptar
la reducción como la consolidación de una actividad natural del
cuerpo, una continuidad de mutaciones y transformaciones que tiene un ente desprendido
de la vida que lo dominaba, pero que la vida de la naturaleza se encarga de
resucitar para hacerlo transformable en algo que le pertenecía, “en
polvo eres y en polvo te convertirás”. Pretender ocupar por parte
de algunos toda una eternidad, algún espacio físico inmutable,
es un egoísmo y una fantasía a la vez. Muchos tratan de conservar
el cuerpo lo más íntegro posible pensando en el día en
que saldrán de sus tumbas para vivir en el paraíso eterno.
El desafío de la arquitectura fúnebre futura está en comprender que es opuesta en cierto sentido a la arquitectura viva: mientras esta última expande su desarrollo debido al crecimiento de las estructuras de los vivos, la arquitectura fúnebre se mantiene invariable en sus soluciones, debido a que el operar con el cuerpo muerto es uno solo. Lo vivo mantiene invariable el tamaño del cuerpo producto de la mutación del entorno por su propio traslado en el transcurso de su vida y lo muerto se lleva consigo la mutabilidad de su entorno, hacia una imparable transformación corporal en todo lo que se refiere a la descomposición y la posibilidad de reducir la existencia a través del tiempo.
8-“LA RELIGIÓN ES, ENTRE OTRAS COSAS UN MEDIO...”
“La
religión es, entre otras cosas un medio para que la gente se resigne
al hecho de que algún día ha de morir, ya sea prometiéndole
que tendrá una vida mejor después de la muerte, que renacerá
o ambas cosas”. - así opina el escritor alemán Gerhad Herm.
En efecto, casi todas las religiones nos prometen una vida mas allá de
la muerte, y es en ese contexto, que observando las necrópolis, podemos
darnos cuenta de la evolución de esta creencia con el correr de los siglos.
El Cementerio General de Santiago, por ejemplo, contiene una serie de mausoleos
imponentes, donde se guardan los restos de familias aristocráticas, fiel
a la tradición cristiana que promete la resurrección de la carne,
es decir, de los cuerpos de los muertos. Estos no eran incinerados como en otras
culturas: la Hindú y la Budista.
En un principio los cementerios surgieron con el advenimiento del cristianismo,
se construían alrededor o bajo las mismas iglesias. Con el aumento de
la población, la aparición de enfermedades y la saturación
de los espacios mortuorios, se hizo necesario contar con recintos exclusivos
para este objetivo, los que se creaban, tal como hoy en día, en la periferia
de las ciudades.
El concepto
moderno de cementerio dista mucho del antiguo, es más racional, influenciado
por Europa y los Estados Unidos, donde se popularizaron los cementerios carentes
de mausoleos y de toda clase de decoración, tan característica
de los cementerios de antaño: ángeles, jarrones, cruces, Madonas,
portarretratos y tantos otros ornamentos característicos. Ahora, una
simple lápida sobre el césped, un rectángulo no mayor a
40x30 cm. aproximadamente, con el nombre y fechas de nacimiento y muerte del
difunto, es todo lo que se necesita. Pareciera que acontecimientos mundiales
tan desgraciados como la guerra provocaron que con la excesiva cantidad de muertos,
los paisajes fúnebres se convirtieran en una monotonía construida
de la cual se desprendía una forma muy pragmática de solución
para los centenares de inhumaciones que se tenían que llevar a cabo.
Una postura que se puede extraer acerca de la falta de simbolismo o relajo material
de un cementerio, podría estar dada por la imparcialidad frente a una
creencia u otra respecto al tema de la muerte, a veces mientras más mínima
es la representatividad de una figura (en este caso mortuoria), más se
deja a la imaginación de los vivos.
Atrás
han quedado esos mausoleos, estatuas y cruces, compitiendo entre sí en
un ambiente densamente poblado por fallecidos,
prolongando la vanidad humana mas allá de la vida. Poco importa si el difunto fue un prosélito pertinaz de algún credo, un agnóstico,
alguien que creyó en la reencarnación o simplemente un ateo.
La muerte para todos es igual, y nivela por parejo al más poderoso emperador con el más desposeído de los seres. Sin duda que el ceremonial será distinto y de alguna manera éste refleja el parque mortuorio elegido.
“El estudio de los cementerios constituye en la actualidad una de las
vertientes más atractivas para el conocimiento y la comprensión
de la mentalidad de las sociedades, no sólo de las clases populares sino
de las mismas élites. Y dentro de la variedad de campos que abarca el
fenómeno de la aparición y desarrollo histórico de los
cementerios”.10
Los cementerios sólo han construido una proyección del pensamiento
espiritual con relación a la postura del hombre frente a la muerte. El
cristianismo invadió nuestra sociedad occidental y consolidó a
la inhumación como forma de operar con el cuerpo muerto. Esta forma de
representación llegó a su máxima expresión iconográfica
durante la Edad Media, (sin destacar otros venideros grandes hitos de la arquitectura
fúnebre como el Taj Majal en el siglo XVII), cuando los cementerios nacían
al amparo de las iglesias. En esos tiempos los mausoleos, templetes o simples
bóvedas se adornaban de lujo y se mimetizaban con la ya tan excesiva
carga ornamental que apelaba a la fantasía religiosa gobernante: muchas
tumbas heredaban toda la pasión estética que las envolvía
y se lograban verdaderas réplicas estilísticas de la misma iglesia
que las acogía como testimonio de fe y divinidad del deudo. La muerte
en aquellos recintos no sólo estaba presente en el rito temporal de las
actividades fúnebres, sino que formaba parte inherente de todas las actividades
religiosas, recordemos que tanto para los católicos como también
para otras religiones derivadas del cristianismo, la muerte representa la principal
referencia para controlar la conducta de sus sometidos, todo lo que ellos hacían
en vida estaba siendo observado por alguien superior (Dios), el que a la hora
de la muerte decidiría con veredicto eterno e inapelable, sobre la suerte
del alma o espíritu de aquellos fieles o infieles, de pecadores o puritanos.
De esta manera, se lograba vivir para la muerte, mantener siempre en alto a
la muerte, en lo alto de los cementerios e iglesias, en lo alto de una cabecera
de cama de dormitorios y hospitales, en lo alto de un pizarrón de colegio
o simplemente colgada del cuello de aquellos creyentes, todos con la figura
del muerto más reproducido en la historia, realidad mortuoria que no
ha cambiado mucho hoy en día.
Literalmente, a muchas de las iglesias la muerte las funda, ( me refiero a las bóvedas al interior de subterráneos como en la Capilla Sixtina, que popularizó esta costumbre enterrando a sus obispos) y posteriormente la muerte escapó para rodearlas. Los cementerios empezaron a construirse aledaños a cada capilla o iglesia (costumbre que decayó a finales del siglo XVI ), incluso las sustentó económicamente cuando el poder religioso se dio cuenta de que era el gran negocio vender la muerte, no sólo por medios intangibles (obligación de cumplir con sacramentos, penitencias, amenazas de ir al infierno, etc.), sino que por medios tangibles, construyendo directamente los cementerios, especialmente para aquellos ciudadanos pudientes, tanto de fe como de dinero.
La medida del cuerpo muerto quedaba sujeta a una escala de representación construida directamente proporcional al grado de religiosidad y banalidad que tenía el difunto, partiendo por la medida de un obispo, un santo o un condenado a muerte por sacrílego, la que según algunos estudiosos en el tema refleja la manera de construir no sólo para el cuerpo muerto sino para la interpretación que hacían las sociedades respecto al estado del alma después de la expiración de ese cuerpo. Sobre la base de esta interpretación es que podemos clasificar los lechos mortuorios en tres grandes categorías: la arquitectura funeraria habitable, la intermediaria y la indicativa (animita).
arquitectura fúnebre habitable
Destaca
una construcción hecha para que habite el alma en descanso. Así
también para que acoja a los deudos dentro de ella en determinado momento,
pero lo que más destaca es que se asemeja a una propiedad privada consolidada,
monolítica y solemne con un estilo arquitectónico muy marcado.
Es la que más fielmente refleja el concepto de la “última
morada”. Típica de personajes con una marcada connotación
pública y religiosa a la vez (ver ejemplos). Son las responsables de
la expresión “ciudad de puertas cerradas” al encontrarlas
una tras otra con candado o cerradura negando cualquier acceso al interior de
ellas.
arquitectura fúnebre intermediaria
La segunda
es prácticamente la más utilizada en los cementerios tradicionales
y por lo mismo la más diversa, dependiendo de las distintas interacciones
entre lo religioso, lo sociocultural, geográfico y otros múltiples
factores como el racial. Lo más importante es que esta arquitectura es
un intermedio entre el cuerpo muerto y una existencia del alma que se proyecta
hacia los límites que la mente de los dolientes quiera proporcionarle.
Esta arquitectura es la que da mayor libertad de intervención simbólica,
encontrándose expresiones que explotan un marcado paganismo, pasando
por el arte kitsch, hasta una religiosidad extrema.
arquitectura fúnebre indicativa (animita).
Sólo
busca mantener en los vivos la existencia de una memoria mediante la demarcación
de un hito con un lenguaje simple y austero, como en los cementerios “parque”
o con un marcado paganismo, como es el caso de las animitas, que pasarían
a ser los cenotafios más reproducidos en Chile.
Existe una problemática que deriva de las tres categorías en relación con la arquitectura que provocan ¿ cual es la verdadera finalidad que tiene cada obra construida?, ¿ qué consecuencias provoca al habitante, al cuerpo vivo? Si estamos hablando de una construcción, hablamos de un objeto-objetivo tridimensional, y es allí donde participa el cuerpo vivo o muerto ( ambos son igualmente importantes), el que por consecuencia de una obra que lo acoge o sustenta, es que permite entrar al campo de los hechos arquitectónicos. “Atenerse a los hechos de arquitectura, entendiendo por tales, una relación precisa entre forma y vida, o, todavía más radical, entre las estructuras y los usos. Esta precisión se basa en la capacidad de mirar tanto las formas como la vida. Todo ello, teniendo en cuenta que si los hechos de la realidad se observan, los de arquitectura mas bien se construyen.”11
La arquitectura,
si se entiende como la que acoge los actos humanos, puede plantearse que sería
el contenedor, y el cuerpo vivo o muerto, lo contenido. El tema de la arquitectura
fúnebre que aproblema esta investigación es el hecho que contenedor
y el cuerpo muerto se fundan en uno solo armando un circuito cerrado, negando
así toda posibilidad de separación o resurgimiento de una arquitectura
que estimule la interacción con la vida, interacción que incentiva
la naturaleza dinámica del alma o espíritu de quien vive la obra
fúnebre.
Pero la arquitectura fúnebre sólo contiene al cuerpo muerto y
el vivo queda literalmente rodeado por el vacío o nada que ésta
construye. En otras palabras, la arquitectura fúnebre que hemos heredado
sólo se preocupa de la muerte y no busca contener al cuerpo vivo, es
incapaz de generar voluntariamente algún hecho arquitectónico
para la vida. Aunque hay excepciones, quiero referirme a una visión más
totalizadora apreciada en nuestros cementerios producto de una cultura dominada
por costumbres absolutistas y obsoletas, y que no dejan posibilidades de hacer
o pensar simplemente en algo distinto, (problema parecido al del matrimonio
alternativo al planteado por la iglesia). Pensar en una arquitectura fúnebre
contenedora de espacios para la vida es construir paralelamente de manera inversa
espacios para la muerte.
De las tres clasificaciones surge una idea fundamental en este proyecto entorno al significado de la arquitectura fúnebre y dice directa relación con el objetivo de la representación y es que simplemente entre el cuerpo muerto y el vivo aparece una manera de operar con ambos cuerpos que media entre una solución formal y otra sicológica, transformándose en última consecuencia, en una arquitectura intermediaria entre la muerte y la vida.
De todo aquello que nosotros (los vivos) construimos como significado mental de algo que no vemos, lo único seguro es que en ese lugar yace un cuerpo muerto pero que en algún otro lugar o en ese mismo, yace el alma o espíritu del que partió, pensamiento que tiene relevancia para quienes creen en la existencia del alma. Es decir, lo que más destaco de la arquitectura como intermediaria es que ésta opera en una función más etérea que material, especialmente cuando las condiciones sociales y culturales lo han hecho posible. Es este hecho que detona en nosotros, los amantes de la arquitectura, la maravilla de una obra que por el solo hecho de ser un elemento recordatorio, alegórico y tétrico a la vez, nos transporta a un mundo desconocido.
10- UNA PLANA FUNEBRE ES RELIGIOSA ARQUITECTURA QUE LO DOGMATIZA TODO.
Aparentemente
dos han sido los ejes formales fundamentales que a principios de la era civilizada
de nuestra historia, influenciaron en la concepción que actualmente tenemos
sobre los espacios para la muerte. En primer lugar y sin un ánimo de
ahondar en esta área, se encuentra el excesivo racionalismo y perfeccionismo
que lograron las culturas romana y griega: el preciso desafío a las leyes
de la naturaleza, la perfecta imitación y el constante orden de sus líneas
en proporción, marcaron toda una época que mantiene grandes influencias
sobre la arquitectura actual. Los cementerios tradicionales sustentan un verdadero
mostrario de las copias más fieles de los estilos de antaño hasta
las más eclécticas interpretaciones. El otro eje que coincidió
con la era de la exaltación de la perfección arquitectónica
fue la influencia cristiana con todo el ya conocido cargamento iconográfico
que no hacía otra cosa que traducir las creencias religiosas en imágenes
e íconos que al igual que el primer eje anterior, se mantienen hasta
nuestros tiempos. Fue entonces, en aquellos comienzos de la arquitectura fúnebre
de nuestra era cristiana, que la encontramos sumida en una fusión de
perfección arquitectónica y religiosidad, potenciada especialmente
por las primeras criptas de celebridades gobernantes en aquellas épocas.
Así como se fundió el poder político con la religión,
la arquitectura monumental política tampoco pudo escapar a la naciente
arquitectura religiosa. Tumbas de obispos, de santos y de papas marcaron las
primeras tendencias de cómo operar con el cuerpo muerto.
Según mi parecer, la visión religiosa de la muerte sólo era llevada a términos simbólicos, bidimensionales y no espaciales. Si bien el estilo gótico en la Edad Media sirvió para transformar la sensación religiosa de divinidad en espacios que descolocaban la escala humana frente al lugar, éste no pudo, como todos los anteriores, provocar cambios en la arquitectura fúnebre. Los cementerios y los espacios para la muerte eran sólo eso y nada más, eran sólo recorridos con imágenes religiosas. Eran excesivamente prácticos para el paso del cuerpo pero no así para el paso de una sicología provocada por una visión respecto a la muerte. De esta manera, el cuerpo vivo en su ruta fúnebre no iba a encontrar otra cosa que un bidimensionamiento que se traducía en un pensamiento limitado y manipulado acerca de las cosas, se le atrofiaba una dimensión al pensamiento. Este campo de visión se daba en una superficie que entregaba mensajes, nombres o figuras, el cuerpo vivo quedaba ahogado en un mar de simbolismos que lo mantenían en pie y en tránsito constante entre un acceso y una salida.
Una intención
moderna de entender la arquitectura busca todo lo contrario, la máxima
espacialidad en cuanto al uso tridimensional del cuerpo vivo y a la vez un relajo
en la carga simbólica. El mensaje de la arquitectura moderna es ella
en sí y no se hace a través de las imágenes, sino de las
acciones. Las imágenes nacen de la voluntad del propio individuo.
11- ¿Sabes que?
- ¿Que?
- Creo que los cementerios del futuro se construirán más en función de la materia física concreta que en función de los simbolismos a que estamos acostumbrados hoy en día. Es decir, hacerlos más acorde a las necesidades tanto del cuerpo muerto como del cuerpo vivo. Del cuerpo muerto importa qué pasa con la putrefacción, degradación y como podemos generar algún resultado positivo ante tan inevitable situación. Del vivo importaría su participación armoniosa ante este hecho de acuerdo a las necesidades de los vivos como por ejemplo, algo tan básico como la felicidad espacial, necesidad que obviamente es prioritaria ante los vivos que ante los muertos.
- No creo que sea tan obvio. Porque si las necesidades de los muertos las inventamos nosotros los vivos, es que justamente una vez muertos sabremos que tan cómoda estará nuestra presencia, aunque sea sólo orgánica y no espiritual. Dicho de otra forma, lo único cierto que podríamos saber acerca de la muerte es precisamente dónde iremos a parar como residuo que somos, y es algo de que debemos preocuparnos nosotros mismos como individuos y no dejarle a terceros esa responsabilidad.
- Lo concreto
es que en el futuro cada individuo estará más despojado de los
tabúes de las sociedades antiguas. Uno de estos el tabú de la
muerte.
¿Porqué se considera tabú? Porque desde que nacemos nos
dan “pildoritas”, una de cómo llegamos y otra de cómo
nos vamos.
- Pero la cigüeña no nos viene a buscar.
- No.
- Es que en estos tiempos ya nadie cree en la cigüeña pero sí se cree en la resurrección y el cuento del paraíso eterno. Es por eso que nuestros cementerios se adornan tanto en rito como en concreto de formas y fantasías acerca de la divinidad de la muerte. Es como una constante arquitectura de la cigüeña.
- ¿ Crees que es mejor no creer?
- No. Pero prefiero creer en un cementerio que verdaderamente esté consciente de los problemas reales de los vivos y sin tabúes acerca del proceso de nuestro cuerpo una vez muerto y la vez se respeten nuestras necesidades de vida, un cementerio que cree verdadero sustento físico y vivencial hacia los vivos y hacia los muertos, porque los muertos también tienen un sustento vivencial, y es el de los insectos necrófagos que, a propósito, son bonitos y son parte de la naturaleza también.
- Bueno, algo entendí, creamos que a futuro exista un cementerio más bien guiado por una comprendida naturaleza y no por una inventada fantasía humana.
12-Naturaleza viva, muerta viva y muerta.
Todo lo
que hemos heredado del período pre-clásico y de la América
pre-colombina, son según el punto de vista material, racional y lineal
de nuestro tiempo, ecos de una era que con algo de curiosidad y de cultura ha
llegado hasta nosotros, pero que por su presente tan diferente al nuestro no
podemos entender a cabalidad. Hoy en día muchas de las obras que sobreviven,
como el caso de algunas etnias africanas, aparecen representadas en nuestras
tiendas de moda como un mero estilo de colores bonitos, de matices “ecológicos”
donde el sujeto que la compra puede optar a romper la monotonía, pero
sólo estéticamente, porque la idea a que apuesta el sistema es
a entregarle al individuo esa forma de entender la cultura africana de una manera
predecible y contable, porque si ese personaje adoptase otra forma de llegar
a culturas antepasadas, como por ejemplo, caminando semidesnudo, quedaría
fuera de esta globalización de actitudes “creo que la evidencia
indica que es un proceso más excluyente que incluyente, y de ahí
viene la mayoría de los problemas del mundo hoy en día”12.
En este sentido, la masificación de los insumos de nuestro diario vivir,
sumada a los tratados de libre comercio, da menos pie a estilos díscolos
surgidos de algún estudio, problema que preocupa a esta investigación
proyectual.
Volviendo al punto inicial acerca de la herencia de nuestros antepasados, lo
que quiero expresar es que en la antigüedad, como todos sabemos, los diseños
africanos, los ajuares mapuches y las flores de acanto de los capiteles corintios
no se hacían por mero decorado, no se hacían para que los individuos
de esa época los adquirieran por “bonitos”. Algo sabemos
de las significaciones que podrían tener aquellos elementos figurativos
y arquetipos13, tal como hoydía y en paralelo sabemos el significado
de la cruz en relación al diseño de las catedrales góticas
“con raras excepciones, el plano de las iglesia góticas- catedrales,
abadías o colegiatas- adopta la forma de una cruz latina tendida en el
suelo. Ahora bien, la cruz es el jeroglífico alquímico del crisol
(creuset), al que se llamaba antiguamente (en francés) cruzol, crucible
y croiset ( según Ducange,
en el latín de la decadencia, crucibulum, crisol, tenía por raíz
crux, crucis, cruz).
Efectivamente,
es en el crisol donde la materia prima, como el propio Cristo sufre su pasión;
es en el crisol donde muere para resucitar después, purificada, espiritualizada,
transformada. Por otra parte, ¿acaso el pueblo, fiel guardián
de las tradiciones orales, no expresa la prueba terrenal humana mediante parábolas
religiosas y símiles herméticos? – Llevar su cruz, subir
al calvario, pasar por el crisol de la existencia, son tantas alocuciones, corrientes
donde encontramos idéntico sentido bajo un simbolismo -.”14
A medida que más nos distanciamos en el tiempo de cualquier creencia
pretérita, menos podríamos situarnos dentro de la mente de aquellos
habitantes, aunque creamos que a futuro -incluso hoy- con la ayuda de la tecnología,
vamos a saber más sobre ellos. Es cierto, con tecnología podríamos
descubrir o emular ciertas costumbres, pero creo que para estos tiempos no sería
algo más que aprender algo más dentro de tantas otras cosas, solo
veríamos con la mirada asombrada del mundo civilizado, mirada que no
puede desprenderse de su actual condición, mirada que compara todo, que
lo encasilla y lo guarda porque no hay tiempo para reflexionar (ver caricatura).
Saliendo de esta visión tan crítica e idealista, creo que el gran
cambio se vivió cuando nuestra era pasó del politeísmo
al monoteísmo, desde la prehistoria al Imperio Romano, la cantidad de
dioses y creencias hacían entender un mundo lleno de maravillas: el sol,
la lluvia, los viajes, el nacimiento y la muerte. Parecía que todo era
motivo de atención para el hombre. Hoy el sol está muy lejos de
ser un dios, más bien es un agente que nos provoca cáncer a la
piel. Es precisamente que tal cantidad de dioses y/o creencias que daban al
hombre una amplitud de sensibilidades con el medio, una consciencia que no sólo
abarcaba la naturaleza más directa, sino que llegaba hasta el cosmos.
Bajo la mirada del monoteísmo, Carl Gustav Jung descubre este afán
del hombre de agredir a la naturaleza bajo un programa del inconsciente colectivo
que está en la Biblia. Según Jung las profecías judeo-cristianas
contenían el Apocalipsis, es un verdadero programa inconsciente de acción
y destrucción colectiva. El origen de esta programación se encuentra
inserto en la filosofía subyacente del Antiguo Testamento, donde se compele
a los humanos a adueñarse de la naturaleza, considerándola un
enemigo a vencer (véase génesis 1, 2.28 y Ss. 9:2,3).
14 Fulcanelli, “El Misterio de las Catedrales”. Editorial Rotativa. Barcelona, 1976.
La antroposofía creada por Rudolf Steiner nos da una visión muy distinta sobre nuestra postura hacia la naturaleza. Como su nombre lo indica, (“antro”: interior y “sofia”: estudio) esta corriente nos enseña que las cosas pueden tener su fundamento desde y hacia lo humano. La relación con la naturaleza se aprende a través de nosotros mismos porque nosotros somos la naturaleza. La antroposofía como contradicción a la teología escolástica que empezó a imperar después del siglo XIX, viene a abrir el campo de las sensibilidades de los arquitectos acerca de la manera de sentir y construir espacios para la vida. En los cementerios guiados por la visión teológica el hombre vivo queda excluido, este sólo es el obrero que construye la veneración hacia su dios. El hipotético cementerio antroposófico podría ser aquel en que el hombre es el sustento en sí de la obra cementerio y lo que ocurre en él no es más que el modelamiento de las necesidades espirituales que lo provocan tanto a él como a la naturaleza.
Acerca del significado que pudieron haber tenido simbolismos encontrados en los capiteles corintios como el de la flor de acanto que no estaba puesta en ese lugar por traducción literal del paisaje o porque alguien la encontró bella y la reprodujo, según Steiner aquella flor tenía un significado profundo en los antecesores del escultor de capiteles, si estaban presentes como figura, era porque anteriormente estaban presentes como significado de un rito en donde sus formas representaban la situación del hombre respecto a la vida. Estas hojas, que todos hemos visto, antiguamente habían sido elegidas porque eran más anchas en la base y más punteadas en el extremo superior, así interpretaban la fusión de dos plantas que por separado daban esas figuras y que participaban directamente en el rito. Steiner hace mofa a Vitruvio, quien trata de explicar la presencia de la hoja de acanto en los capiteles corintios de una manera materialista aludiendo que fue una casualidad haberlas esculpido, sólo porque su autor las reprodujo de la naturaleza, es decir, se obvía toda una explicación espiritual acerca de las cosas que los antiguos desarrollaron mediante un largo proceso de cuestionamientos y experiencias existenciales.
Hoy ni siquiera basta con imitar a la naturaleza en los cementerios, no basta
con esculpir una hoja, sino que arrancamos a la naturaleza de sus raíces
para ponerla como ofrenda a los muertos. Los mapuches quebraban jarros que pertenecían
a los muertos como símbolo de que estos elementos, al igual que el cadáver
volvían a entrar con él a la tierra.
De todas estas creencias antiguas, se desprende que el hombre en aquellas épocas daba señales de consciencia de una piel intermedia entre su organismo interno y el medio que lo estimulaba, era como un cuerpo entre vidas. La muerte se podía entender como un acontecimiento de y para la naturaleza, porque en él continuaba la vida tanto carnal como espiritual argumentando que ambas cosas eran lo mismo - no parecía existir división entre ambos conceptos- ya que el proceso de descomposición para un cuerpo era comprendido como algo que podía ser intervenido como si se tratase de actos que daban significado espiritual a sus creencias.
13- TÚMULOS
Los cementerios
sólo han sido iconografía, han sobrevalorado al monumento. Son
una alegoría que deja a todos supuestamente conformes con el destino
que tiene la muerte después de la vida. En cualquier parte que nos situemos
dentro de un cementerio tradicional, encontramos que sólo se ha construido
una piel figurativa, mi intención es salir del cuadrilátero clásico
y transformarlo de un objeto inanimado a uno habitable, ir al encuentro de los
volúmenes con el cuerpo. No se trata de gestar una única figura,
una única situación ya que es un error pensar que ante la muerte
nosotros debemos actuar de una sola forma. Es precisamente lo contrario: una
superposición de usos y acciones sustentadas por una arquitectura poliforme,
la que nos entregará otra visión acerca del real sentido de la
muerte, el cual puede ser el darnos cuenta de que estamos vivos y de que podemos
articularnos como cuerpo de un sinfín de maneras. Los cementerios hoy
en día y especialmente en Chile, construyen demasiada frialdad “
los chilenos somos fomes hasta para morirnos”, decía un coleccionista
de epitafios del mundo.
En muchos de nuestros camposantos, pasamos de la excesiva verticalidad de los nichos a la devastadora horizontalidad de los cementerios “parque”, ambas situaciones simplemente parecen negar cualquier intento de estímulo hacia los vivos, no generan una tensión al cuerpo, como la que se da en el recorrido del museo Guggenheim.
Abatir y
angular las formas fúnebres, sacar la tumba de la superficie y desproporcionar
la medida del cuerpo muerto hacia la superficie en contraposición con
las unidades fúnebres reiteradas que encontramos en los camposantos que
lo único que hacen en el paisaje es numerar la cantidad de vidas extintas,
transformándolo en un sobrecargado escenario de cadáveres.
Dentro de esta investigación y estudio surgió una figura que desde
un principio marcó una de las idea-fuerza que sustentaba muchas de las
intenciones proyectuales para un nuevo cementerio y que a la vez respondía
sutilmente las críticas acerca del estado actual de la arquitectura fúnebre.
Dichas formas no tenían forma, sólo un nombre que desde la antigüedad
primitiva del hombre podía hacerlas reconocibles: me refiero a los túmulos,
aquellos montículos que brotaban de la propia superficie terrestre y
que se podían encontrar en distintas civilizaciones y en distintas épocas.
Podríamos citar los túmulos de la Gran Serpiente verde de Adams
Country de Ohio; los túmulos funerarios en Inglaterra de Belas Knap en
Gloucestershire del año 2500 A.C. y los encontrados por colonos ingleses
en Norteamérica, alrededor del río Mississippi. “El túmulo
de Ordek, en África, necrópolis similar a un proyecto de escultura,
esta arquitectura erizada se revela por ser un gran monumento caído en
ruinas. Este bosque de pilares de álamos forma una impresionante composición,
cuyo aspecto original se encuentra mejorado por la acción corrosiva de
los vientos de arena.
Esta pequeña colina, que recibiría –digamos- innumerables
sepulturas y tesoros de oro y plata, fue descubierto en el Sin-Kiang, hace una
treintena de años, por uno de los servidores turcos de Sven Hedin, un
cierto Ordek, que amaba emprender búsquedas por su propia cuenta. ”15
15 Architecture sans architectes. Bernard Rudofsky, Paris, 1980. Editorial Chêne.
La forma del túmulo no sólo estaba hecha para espacios fúnebres, los podríamos encontrar también sirviendo como superficie para otros programas arquitectónicos como viviendas, centros ceremoniosos y otros. Lo destacable en cuanto a su estructura formal es que se pueden establecer diversos parámetros morfológicos, por ejemplo, que su amontonamiento haya crecido en forma tanto vertical como horizontal ( ej: serpiente) nos habla de una modelación en el paisaje que estaba en constante proceso de mutación, producto de la muerte y las creencias de quienes los construían. Otro aspecto a destacar es que éstos formaban una extensión del relieve, generando recorridos cuyas formas llamaban a provocar una postura del cuerpo, el que se tensionaba entre un estado y otro, entre una estar arriba y un estar abajo. Por último, se destaca la función de la capa vegetal que los cubre, la que parece no hacer otra cosa más que participar del duelo. Aspectos como la orientación, la celebración de ritos y el entierro conjunto de los cuerpos con diversos tipos de ofrendas también se pueden tomar como relevantes en la utilización de los túmulos
Con este
tipo de concepción arquitectónica (a diferencia de lo que actualmente
vemos en nuestros espacios fúnebres), se puede afirmar que la construcción
de túmulos deja que todo el cementerio sea relieve formado por sus tumbas,
superficie que nace a partir del acto fúnebre, y que nos habla de un
evento colectivo, ya que éste se levanta como una gran masa que contiene
a varios cuerpos, en contraposición a los cementerios de hoy en día,
en los que sobresalen de la tierra elementos decorativos de magnífica
individualidad. Que el cementerio nazca de una actitud colectiva significa a
la vez una actitud solidaria, ya que el real sentido de la muerte, fuera de
las diferencias de creencias que podamos tener, nos atañe a todos por
igual. “El premio al diseño arquitectónico no se dio a la
muy respetada arquitectura de la muerte (la arquitectura se inicia con la tumba
y no con el templo y menos aún con el palacio), sino a la del negocio
de la muerte.”16
Respecto a la cita anterior y como enseñanza que nos dejaron los primitivos,
podemos agregar que el cementerio tampoco nace de la tumba, sino de la forma
del colectivo o agrupación que reúne a estas tumbas, porque es
en esta parte donde se da la mayor cantidad de relaciones frente a lo funerario,
porque si de verdad importa la relación que uno puede tener con la tumba
del personaje recordado, también importa la del que está al lado,
tal vez no como nombre, pero sí como una forma física que interviene
tanto en el acto de recordar a alguien como en la forma constructiva que los
aúna a todos.
16 Benjamin
Barney. Crítica a Cenizario de Medellín (extracto)
¿Qué
se puede esperar acerca de un nuevo carácter simbólico hacia la
muerte, si descartamos por completo la religiosidad? Creo que la respuesta podría
estar encaminada hacia lo que muchas otras tendencias humanas apuntan hacia
la naturaleza en todas sus formas de operar. Bajo esta línea, en un cementerio
encontramos tres maneras fundamentales que tiene la vida natural. La primera
es con el cuerpo en base a la descomposición. La segunda tiene que ver
con lo que los túmulos funerarios también nos enseñaban,
una manera de construir con los mismos materiales que aportaba la naturaleza.
La tercera dice relación con el cómo el paisaje transforma y modela
las dos situaciones anteriores bajo las leyes de la propia naturaleza, como
son el clima, el avance de la flora y el sonido incesante de la fauna. La naturaleza
no necesita mantención.
La muerte es un evento de la naturaleza por excelencia, nosotros podemos vivir
fuera de ella, pero una vez que dejamos de controlar nuestro organismo, dejamos
fluir nuestro cuerpo al igual que cuando nacemos, mediante el proceso natural
de transformación de la materia.
Aun con todo esto, todavía existe la necesidad de todos los hombres de
dejar algún signo de su existencia por algún tiempo, ya que lo
perpetuo –palabra escrita por doquier en nuestros cementerios- no existe,
ya que esa perpetuidad de la que hablamos con suerte puede sobrepasar los cincuenta
años, dependiendo de las vicisitudes de la existencia de un cementerio.
De todas formas ¿para qué algunos se esfuerzan tanto en prolongar
una existencia construyendo sólidos mausoleos bajo llave o bajo una placa
con un simple nombre, cuando ya el paso de las generaciones los ha tirado al
olvido?
La tendencia
a dejar signos o referencias de una vida que se extinguió, apunta hoy
en día a lo mínimo que pueden ser estos –arquitectura indicativa-
en pro de una economía tanto material como espiritual y de forma más
pragmática a los tiempos de los vivos, cuyas prioridades son más
importantes que las de los muertos. Lo mínimo que se puede esperar de
la existencia de un hombre que yace en su tumba, es encontrar su nombre. Existencia
que como dijimos, tiene sus años contados.
Si la vida útil de una obra de arquitectura cualquiera es de treinta
años, un cuartel de nichos en un cementerio debería darse por
satisfecho duplicando esa cantidad de tiempo.
“Arquitectos de esos que practican el arte de saber construir: si algún edificio tiene que perdurar, es la tumba, más que la vivienda que tiene que seguirle los pasos a una vida que ineludiblemente conduce al cambio.”
El ritmo
de un camposanto no se parece en nada al de la vida humana que está fuera
de sus murallas, pero sí se asemeja al ritmo de la naturaleza. Nadie
se puede sentar a esperar que crezca una planta, nadie se puede sentar a esperar
la muerte, nadie se puede parar para construir su propia muerte. La flor crece
esperando y construyéndose a sí misma en vida y para la vida,
la muerte que es el paso a otra existencia desconocida. Nuestra organización
biológica debería enseñarnos que no estamos muertos después
de que cesan nuestras funciones vitales sino a que vivimos para formar parte
de otro proceso. Si nuestra muerte la transformamos en un hecho solidario tanto
para nosotros mismos como para la naturaleza, estaremos practicando algo parecido
a la donación de órganos para salvar otra vida, es decir, donamos
nuestros cuerpos para que el manto verde que nos cubrirá siga tan vivo
como lo estuvimos nosotros.
Cambiar la arquitectura fúnebre (Hipótesis) hacia una que emplee
nuevas tecnologías más ecológicas, materiales reciclables
y que potencie nuevas actividades para los cementerios y los amantes de la vida,
es cambiar el significado que tenemos acerca de la muerte, especialmente para
aquellos niños que se criarán pensando que la muerte y los cementerios
son parte lúdica y cultural de su proceso de crecimiento. De esa forma
la arquitectura no provocaría miedo.
14-CEMENTERIO
MÀQUINA
15-Bibliografia
1- Barros Pérez-Cotapos, Andrés. Mas Allá de la Muerte.
Editorial Alba.
2- Los Poderes Desconocidos. Selecciones del Reader`s Digest, 1990.
3- Fulcanelli. El Misterio de las Catedrales. Editorial Rotativa. Barcelona,
1976.
4- Fernando Pérez Oyarzún, Alejandro Aravena Mori, José
Quintanilla Chala. Los hechos de la Arquitectura. Ediciones Arq. Santiago,1999.
5- Steiner, Rudolf. Vers un Nouveau Style en Architecture. Editorial Triades,
Paris 1965.
6-. Rihouet-Coroze. Qui Ètait Rudolf Steiner ? une épopée
de l`esprit au 20? siècle. Collection La Voie Ouverte Nº 4/5, 1976.
7- Pearson, David. El Libro De La Arquitectura Natural, en busca de un hogar
sano y ecologico.. Editorial Integral, Londres 1994.
8- Reglamento General de Cementerios. Decreto Nº 357, Ministerio de Salud.
9- Estrategia Nacional de Desarrollo Nacional. Gobierno de Chile.
10- Puppo, Ernesto/Puppo, Giorgio. Acondicionamiento Natural y Arquitectura,
Ecología en Arquitectura. Editorial Marcombo, S.A. Barcelona 1978.
11- Nadal Mora, Vicente. Manual de Arte Ornamental Americano Autóctono.
Editorial El Ateneo, Buenos AIRES, 1943.
Lobsang Durney S.
agradecimiento:
Mis Padres, base espiritual (vaya mi nombre) - Profesor Pierre Chazelas, D.T. del Título - Jorge Matus, maqueta de tierra y barro (It's a pig) - Pablo. Barros, programas de uso, libros y rigurosidad - Luis Álvarez, ecología y América - Francisca Garate, redacción y alimentación - Manuel Duque, maqueta-escultura de túmulos - - La Tere, relaciones públicas - Karina Durney, material de apoyo, a la FIAT por turbo-lento y a todos los que no entendieron nunca el proyecto que resulto de esta tesis, pero se interesaron.
a fines del 2004
La arquitectura fúnebre tensiona la situación de operar con el cuerpo muerto y de crear espacios para la vida. Es justamente bajo ese contraste que una nueva manera de hacer cementerios terminaría por producir una nueva arquitectura fúnebre. La arquitectura fúnebre tradicional sólo tensiona al cuerpo muerto bajo una mirada religiosa.